LA VENTA DE UNA HIJA
Emma, Angélica y Esther, eran tres hermosas
jóvenes, que destacaban por su belleza en el pueblo de Nadrubia.
Todos los domingos se reunían en la plaza, la
cual se llenaba de adolescentes y jóvenes. Era un día muy especial, los
muchachos se deleitaban y podían estar cerca de estas bellezas, que con la
supervisión de sus padres se paseaban por la plaza.
Don José un hombre de gran carácter, de una
nueva clase media que estaba surgiendo, tenía veinte hectáreas en las que
cultivaba café, con financiamiento del banco local debido al buen crédito.
Todas las tardes se sentaba en la galería de su casa a leer el periódico y
obras literarias.
Doña Martha, era una mujer delgada, con el
cabello largo, de color indio, y grandes ojos. Costurera de profesión, esta
hacía los vestidos para las fiestas de quince años, bodas y bautizos. Las personas de clase media y alta eran
quienes se podían dar el lujo de sus finos trabajos.
La casa de madera con un modelo victoriano y un
diseño que resaltaba ante las demás, estaba ubicada frente al parque. El
colegio donde estudiaban sus hijas estaba del otro lado del parque. Esta mujer y sus tres hermosas hijas se
sentaban a bordar todas las noches en la galería, los jóvenes del pueblo se
agrupaban en los bancos del parque a deleitarse con tan espectacular belleza,
las señoritas le brindaban sus sonrisas. Estos adolescentes eran los hijos de
los ricos pero ninguno de ellos se atrevía a presentarse como enamorado por
temor al padre de éstas quien decía no permitir a nadie del pueblo enamorar a
sus hijas.
El pueblo estaba en su mejor momento,
alrededor del parque se había creado el casco urbano y concentrado el
desarrollo comercial, allí estaban las tiendas, las bodegas y mercados
improvisados cada semana. Personas de otros pueblos llegaban a invertir, el
café y el cacao eran los productos de mayor demanda y producción de la
zona. Los cafetaleros y cacaoteros
componían la clase alta, esta familia pertenecía a la clase media.
Las únicas personas que tenían carros eran los
de la clase alta. Sus hijos estudiaban
en el colegio del pueblo, el mismo donde estudiaban las tres jóvenes más
hermosas de toda la región.
El señor salía de vez en cuando a la cantina
del pueblo por unos tragos, siempre regresaba a casa antes de la media noche y
en la mañana salía para su finca. Una tarde, como de costumbre, estaba leyendo
el periódico en la galería y pudo observar a un lujoso carro que se detuvo en
el parque y se desmontó un hombre de aproximadamente cuarenta y cinco años,
todos quedaron con la boca abierta al ver ese carro tan lujoso, hasta los
bodegueros abandonaron su lugar de trabajo para salir a verlo, don José llamó a
su esposa para que también lo viera, sus hijas al escuchar el murmullo intentaron ver por encima de la multitud
desde el frente de su casa.
Después de unas horas el hombre del carro
salió a pie con uno de los bodegueros.
Este iba a mostrarle una casa que alquilaban del otro lado del parque. Buscaron la dueña de la vivienda y se la
alquiló; el mismo bodeguero la mandó a limpiar.
El señor después de un momento llegó por el carro; mientras se montaba
vio a las tres hermanas, otro más que quedó sorprendido por la belleza de estas
jóvenes.
Luego se fue para la tienda, donde compró de
todo. Al cabo de unas horas, ya la casa
estaba equipada y con mucho lujo por donde quiera. El bodeguero se encargó de
llenar la nevera y la despensa de comida
y cuantas cosas el hombre pudiese necesitar.
Al día siguiente fue en su vehículo y se
detuvo en el mismo lugar, de inmediato se dirigió donde Don José, después de
saludarlo le dijo que él era nuevo en el pueblo, él le pidió que entrara e
invitó a sentarse en la galería, llamó a su esposa y la presentó. Le brindaron
café, pero este no aceptó, dijo no tener ningún tipo de vicios.
Luego el dueño de la casa le preguntó: - a que
se dedicaba, a lo que este respondió que era un feudal, que se había cansado de
las grandes ciudades y decidió vivir en un pueblo por la tranquilidad que estos
brindaban.
Don José le dijo que él se dedicaba a la
producción de café. Al escuchar esas
palabras el señor feudal se animó y decidió probar el café.
Cuando estaba cayendo el sol, luego de unas
horas de plática, el señor feudal se disponía despedirse, y de inmediato fue
invitado para el siguiente día.
Aceptó
con mucho gusto.
Cuando el visitante se marchó, la señora llegó
y Don José le comentó: - ese hombre se ve muy educado y serio, además no tiene
ningún vicio. Doña Martha decidió solo escucharlo, ya que ella no había tenido
la oportunidad de hablar con él.
Al día siguiente, en horas de la tarde, llegó el
feudal. Esta vez le llevó un regalo a Don José quién lo recibió con mucho
agrado. Era una hermosa camisa azul con cuatro bolsillos, estilo Chacabana.
Don José mandó a
llamar a sus tres hijas para presentarlas al feudal, quien en ese momento pudo
apreciar muy de cerca la belleza de estas jóvenes. De inmediato mostró interés
por Emma la mayor, quién solo tenía veinte años. Ya la distracción de los
muchachos era el imponente carro parqueado para su deleite. Esa tarde don José les
pidió a sus hijas que lo acompañaran, ahí estaban escuchando las historia del
heroico feudal. Quien decía tener grandes propiedades en la ciudad y que había
heredado su fortuna de sus padres.
Días después aquel hombre ya era de confianza
en la casa y hasta al club del pueblo lo habían invitado. Este lugar tenía:
piscina, salón de baile, mesa de billar, y una cantina. Sus miembros eran una
fina selección de la sociedad del pueblo. En pocos días, ya el hombre había
sido asumido como miembro del club y parte integral de aquella sociedad.
Al cabo de un tiempo decide pedir la mano de
Emma. Sus padres aceptaron de inmediato. Ya el feudal se sentaba en la galería
solo con su prometida. Los domingos la llevaba al cine. En poco tiempo se había
convertido en parte de la familia.
Además de ser muy querido en el pueblo, todos
lo admiraban por su extravagante gusto por las cosas buenas, finas y
caras. Luego de un tiempo, decidió
prestar dinero a Don José para las cosechas, así no tendría que pagar intereses
a los chupa sangre de los bancos. El
señor cada día estaba más contento con su yerno.
Semanas después deciden poner fecha para la
boda. Todo era felicidad, estaban muy contentos. Por orden del feudal la señora debía
encargarse de los preparativos y de seleccionar la tela más cara que existiese
para el vestido de la novia.
Esta familia era vista en el lujoso carro
yendo de allá para acá. Todos rebozaban de felicidad. Primera vez en el pueblo que una muchacha
había encontrado el sueño de sus padres.
Luego de unos meses llega el día de la boda.
Los invitados eran de la alta sociedad y algunos de clase media. La boda se celebraría en el club del pueblo,
el cual fue decorado con los adornos más caros de la época. Además, tenían todo
listo para salir del país en su luna de miel.
Emma recorrió el pasillo de brazo de su padre.
Era la primera vez que usaba maquillaje y un vestido de novia que la hacía
parecer algo celestial.
Todos se
pusieron de pie para recibir a la novia más hermosa del pueblo, después de
entregarla en el altar procedieron al casamiento. Todo salía maravillosamente
bien, ninguno de los millonarios del pueblo había podido celebrar una boda como
esta.
Cuando el cura los declaraba marido y mujer,
entraron más de cincuenta hombres todos vestidos de negro con fusiles de asalto
apuntando al señor feudal a la cabeza, y ordenaron que todos se tirasen al
piso. El comandante de la tropa dijo: -hemos atrapado al narcotraficante y
terrorista más grande del país. Después de años de búsqueda e investigación al
fin lo tenemos.
Nadie podía creer lo que estaba pasando. En
medio de la confusión, Doña Martha pudo llegar hasta donde estaba Emma, y buscó
a las otras dos, quienes eran damas de la boda, las abrazó, y entre llantos,
asombro y la confusión del momento logró sacarlas del lugar.
Confundida al no ver a su esposo entre la
multitud, decidió llevar a las jóvenes a la casa. Al llegar, encuentran a Don
José hincado frente a su cama, llorando y pidiendo perdón a Dios por el daño
cometido.
Llamó a Emma, y mientras sostenía su rostro
con una mano rogaba su perdón por dejarse cegar de la codicia y la ambición; la
cuales no le permitieron ver que quien debía de ser feliz con el hombre que
quisiese era ella.
De mala manera esta familia aprendió la
lección. No podemos poner precio a nuestros hijos, debemos aceptarnos tal y
como somos. Esa noche, Don José se fue a
dormir a un cuarto que había en el patio de la casa. La mañana siguiente, Doña
Martha, después de colar el cafecito, decidió ir a levantarlo. Al abrir la puerta se encontró con él
ahorcado en medio del cuarto.
Por: Edward Pérez
Comunicador y escritor.
Me gustó es algo q sucede en estos tiempo exelente Eduar Pérez
ResponderBorrarMuy buena reflexión no todo lo k brilla es oro
ResponderBorrar